PARC NAPOLÉON

Los pequeños guijarros rosas se agitan bajo tus pies. Les encanta que les hagan cosquillas con sus pasos. Hay quienes tienen prisa y cruzan el parque sin mirar. Hay amantes que se abrazan en los bancos sin llegar a ellos. Hay niños que corren y los patean. A veces su vuelo es tan largo que aterrizan en un parterre o al pie de un árbol. Por un lado, se puede admirar un árbol centenario de Ginkgo Biloba, mientras que por otro, un árbol de pacanas acaba de echar raíces. La rosaleda, en cambio, es fragante y toca los sentidos. Su belleza y sus colores atraen a la vista tanto como su olor a la nariz. Pero eso es todo, los visitantes abandonan este parque, en nombre de la estatua que se encuentra en la cima, Napoleón, para volar hacia otros horizontes.

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